Palabras Directora

REFLEXIÓN DOMINGO DE RAMOS.

Dgo de Ramos – 05.04.20 (Is. 50:4-7; Flp. 2:6-11; Mt. 26:3-5, 14-27:66)

           

Hoy iniciamos la Semana Santa. Este año la celebración de esta semana va a ser bien diferente. Estamos encerrados en la casa  para evitar contagio con el coronavirus. Así depende totalmente a cada uno ser creativo y activo en su propia unión con el Señor Jesús. A través de esta reflexión deseo ser cercana a cada uno de ustedes, que están en mis oraciones.

Jesús entró en Jerusalén, no para ser aclamado por la gente, aunque lo merecía sobreabundantemente. Subió a Jerusalén para celebrar su Pascua; para derramar su sangre como una nueva alianza entre Dios y su pueblo, que es la Iglesia. También nosotros vamos a subir con El. La Cruz no es un adorno; la miramos para adorar a Jesús que en la Cruz sufrió y murió por nosotros.

Cada año al celebrar la Pascua de Jesús la Gracia de Salvación se derrama a raudales. Estamos acompañando a Señor Jesús y Él a nosotros. Lo miramos a Él, para conocer el gran amor que nos reveló en su Pasión y Resurrección. Queremos acompañarlo, amarlo, agradecerlo. La Gracia de Salvación está más activa, más cercana, más insistente. ¡Ojalá que en estos días todos busquen purificar su alma porque “por sus llagas hemos sido sanados”. Es una semana verdaderamente santa. Felices seremos si nuestras mentes y corazones se abren a la Gracia de la Pascua de Jesús: esto significa morir a pecado para vivir una nueva vida en el Espíritu de Cristo.

Sobre todo debemos tomar consciencia del AMOR inmenso que motivó su entrega hasta la muerte: su Amor al Padre y su amor a cada uno de nosotros. Se abajó, se anuló, “haciéndose obediente hasta la muerte y muerte en Cruz”, por mí y por ti.

A leer y meditar de nuevo el relato de la Pasión y Muerte del Señor Jesús, estamos una vez más inmersos en un gran misterio – el misterio del amor; el amor de Dios para con toda la humanidad caída; también es el misterio de su amor para con cada uno de nosotros. S Pablo pudo decir: “Él me amó y su entregó por mí.” Cada uno de nosotros podemos repetir estas mismas palabras.

¿Quién es esta persona que murió hace casi dos mil años afuera de Jerusalén? No es simplemente un gran hombre. Sí, es un gran hombre, pero mucho más: es DIOS. ¿Por qué o por quienes murió? Por la salvación de toda la humanidad. Por ti y por mí y por el hermano que tengo a mi lado. Durante esta semana podemos meditar dos preguntas: ¿Quién es Él que murió? ¿Por quienes murió? Dios por los hombres. Dios murió en cruz por mí. Este es el misterio que estamos celebrando.

La muerte de Jesús en la cruz es una victoria. De hecho el Viernes Santo parecía ser un fracaso total de la vida de Jesús. Los apóstoles lo vivieron así, a pesar de que Jesús había  predicho no solamente su Pasión y Muerte sino también la Resurrección al tercer día. Pero la fe y la esperanza de los discípulos fueron puestas a prueba y se encontraron terriblemente débiles, como las nuestras.

Jesús en la cruz ganó la victoria sobre el mal. En nuestras vidas, estamos envueltos en esta misma lucha entre el bien y el mal. La vida cristiana puede resumirse en una frase: Hacer todo el bien que puede, y evitar el mal. Es un desafío perseverar en el camino del bien. Pero la mano salvífica de Dios no está debilitada. Con su muerte en la cruz, el diablo en vez de ser el victorioso, fue derrotado definitivamente. Jesús decía: “Yo he vencido al príncipe de este mundo.”

San Juan comentó en el comienzo de los discursos de la última cena: “Así como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo.”

El amor infinito de Dios, manifestado en la Pasión de Cristo, es más grande que todo el pecado del mundo.

Por eso, podemos acercarnos al trono de la Gracia con plena confianza. Un fuerte abrazo, bendiciones a cada uno de ustedes, a nuestros estudiantes y Comunidad Educativa.

 

Fraternalmente

Ericka Oyarzo

Directora Colegio

San Diego de Alcalá

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Queridos Profesores, Asistentes de la Educación, Padre y Apoderados, Estudiantes Colegio San Diego.

Paz

En estos días en que estamos viviendo momentos de tensión y crisis social, es cuando debemos elevar con más intensidad nuestras plegarias al Señor para que venga en ayuda de nuestro pueblo.

Recemos también para que nuestros gobernantes tomen conciencia de la necesidad de asumir urgentes, decisivas y duraderas reformas en beneficio de los más necesitados. Contribuyamos nosotros mismos con nuestra palabra, nuestra presencia, nuestra cercanía y nuestra acción a ser un bálsamo para aquellos que están desorientados y desalentados en este tiempo de desconcierto de nuestra sociedad chilena.

Que la Virgen María, Nuestra Señora del Carmen y San Diego iluminen y bendigan a nuestro nación.
Son varios los mensajes de preocupación y de apoyo provenientes de nuestros hermanos chilenos que viven fuera del país.


Deseando que se encuentren bien y fortalecidos en la fe, aún en medio de las dificultades, sigamos adelante, siempre adelante por nuestros estudiantes que nos necesita. Mi invitación es que vengan a clases sus hijos, a su desayuno, s su almuerzo. Están bien en su querido colegio San Diego. María Santísima nos cuide y allane el camino de la paz para cada habitante de Chile y para nosotros. Con cariño fraterno, los abrazo a cada uno de ustedes en Cristo Jesús.

Bendiciones.

 



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